Alucino pepinillos con el mundo de la belleza, ahora resulta que
llevo más de 25 años predicando en el desierto a mis clientas cuando les
aconsejo una rutina facial personalizada de la que forman parte
lociones limpiadoras, tónicos, serum para cada problema concreto,
contorno de ojos y sus correspondientes cremas. Ellas siempre terminan
por pedirme un "todo en uno", la crema mágica que las haga lucir cual
colegialas candorosas en un sólo paso, que borre las arrugas, elimine
las manchas y deje sus poros tan cerraditos que ni se sepa que existen y
oye, que no hay manera de convencerlas de que el bálsamo de Fierabrás
sólo le funcionó a Don Quijote.
En esas estaba cuando leo en una revista lider en tendencias de belleza la última moda en cuidado facial: layering. Pero reinas, si eso es lo que yo llevo décadas diciendo, que a
cada problema un producto, aplicado en el orden adecuado y comenzando con
una delicada limpieza. He de reconocer que en esto niponas y coreanas
nos dan sopas con onda, han sido capaces de comunicar mucho mejor que
nosotras, pobres mortales dedicadas a la belleza del prójimo, pero si
son capaces de hacer entender a mis clientas que no sólo de agua y jabón
vive el cutis, bienvenidas seais, amigas asiáticas.